La visión del río Lefrat

 5 de Marzo de 2024. ¡Hola! Estás en el camino de la verdad, el camino de la salvación. Haga clic en este enlace https://lechemenn.blogspot.com/?m=1 para encontrar todos los mensajes. Compártelo con todos para que conozcan el verdadero camino de Dios para que asuman sus responsabilidades. Estas son las profecías que sucederán, tal como han comenzado. Se han hecho en el pasado, y continúan ocurriendo ahora en los últimos días. Esfuércese por entender las palabras para que pueda asumir la responsabilidad. La tierra prometida, la ciudad de Jerusalén, la tierra del rey, es Haití. El país de Judea es Santo Domingo, Jerusalén y Judea son dos hermanas. Vosotros sois el pueblo de Dios que sois el pueblo de Israel, es decir, la familia de Jacob. Dios te ama y te está esperando. Buena meditación.

La visión del río Lefrat

Ciro tenía casi tres años desde que era rey de Persia cuando Dios le hizo conocer los mensajes a Daniel, quien también se llamaba Beltsasar. Era la verdad sobre la gran batalla que tiene que tener lugar. Fue en una visión que le hicieron comprender el mensaje. En aquel tiempo yo, Daniel, pasé tres semanas en gran tristeza. No comí buena comida ni carne. No me metí ni una gota de vino en la boca. No me puse perfume durante estas tres semanas.

El día veinticuatro del primer mes del año estaba yo junto al río. Miré hacia arriba y vi a un hombre vestido de seda y con un cinturón de oro fino atado a su cintura. Su cuerpo brillaba como una piedra pulida. Su rostro era como un rayo. Sus ojos brillaban como brasas de fuego. Sus brazos y piernas eran como latón pulido. Cuando habla, es como una multitud hablando junta. Yo era el único que había visto la visión. Los demás que estaban conmigo no vieron nada. Pero tuvieron miedo y corrieron a esconderse. Yo fui el único que se quedó allí solo. Estaba mirando la gran visión. Sentí que no tenía fuerzas, mi cara había desaparecido. Nadie me reconocería. Cuando escuché su voz, caí boca abajo y perdí el conocimiento. Después de eso, sentí una mano tocarme, me hizo levantarme de mis manos y de mis rodillas. Todavía estaba temblando. El ángel me dijo: Daniel, eres una persona que Dios ama mucho. Levántate y abre tus oídos para escuchar lo que te voy a decir. Dios me envió a ti. Cuando terminó de decirme eso, me levanté, pero todavía estaba temblando. Continuaremos.

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