El rey de Egipto es como un cedro.
11 de Octubre de 2023. ¡Hola! Estás en el camino de la verdad, el camino de la salvación. Haga clic en este enlace https://lechemenn.blogspot.com/?m=1 para encontrar todos los mensajes. Compártelo con todos para que conozcan el verdadero camino de Dios para que asuman sus responsabilidades. Estas son las profecías que sucederán, tal como han comenzado. Se han hecho en el pasado, y continúan ocurriendo ahora en los últimos días. Esfuércese por entender las palabras para que pueda asumir la responsabilidad. La tierra prometida, la ciudad de Jerusalén, la tierra del rey, es Haití. El país de Judea es Santo Domingo, Jerusalén y Judea son dos hermanas. Vosotros sois el pueblo de Dios que sois el pueblo de Israel, es decir, la familia de Jacob. Dios te ama y te está esperando. Buena meditación.
El rey de Egipto es como un cedro.
El primer día del tercer mes del undécimo año
desde que fuimos deportados, el Señor me habló y me dijo: ¡Hombre! Habla con
Faraón, el rey de Egipto, y con todo su pueblo. Diles: Como tienes tanto poder,
¿cómo diría que te ves? Eres como un cedro del Líbano con sus grandes ramas
llenas de hojas que dan gran sombra, un árbol alto con su cabeza perdida entre
las nubes. La lluvia lo hizo brotar y el río de abajo lo hizo crecer. Gran agua
brotó de todas sus raíces. Hicieron canales para regar todos los árboles de la
zona. Debido a que recibió mucha agua, creció y se hizo más alto que todos los
demás árboles. Sus ramas se vuelven fuertes y largas. En sus ramas llegaban a
anidar toda clase de pájaros. Es bajo sus ramas donde dan a luz los animales
salvajes. Es a su sombra que muchas naciones han venido a sentarse. Era un
hermoso árbol alto con largas ramas. Sus raíces se hundieron profundamente en
el agua subterránea. En el huerto de Dios no había cedro como éste. Ningún
ciprés tenía ramas como las suyas. Ningún álamo tenía ramas tan pequeñas. En el
jardín de Dios no había ningún árbol hermoso como este. Lo hice hermoso con
muchas ramas. En el Jardín del Edén, el jardín de Dios, cada árbol envidiaba su
destino. Continuaremos.
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